miércoles, 2 de junio de 2010

Dilemas #1: Minimalismo travesti

Esta chica que veis aquí, con esos aires un poco macho a lo P.J. Harvey, es una dibujante supercool cuya biografía es desbordantemente glamourosa: de sangre Iraquí (desde Persépolis, las pérsicas han ganado mucho chic), nacida y crecida en plan hippy en Australia, y ahora al parecer instalada en la muy marymoderna Los Angeles, donde se ha convertido en una de las pocas pofresionales del lápiz que ha logrado hacerse respetar entre los curators a la última. Por lo general, lo de los ilustradores suele ser un mundo muy de blogueros y de diseñadorcillos, pero en los museos grandes les cuesta hacerse sentir.
A todo esto... la menda se llama Toba Kheedori.

Un día, webeando nosedónde, ví un thumbnail suyo y en seguida me puse a coleccionar su trabajo. Como veis, sus dibujos están realmente bien, es difícil sacarles algún pero de tan bonitos que son y lo solemnes que parecen, ¿verdad?, yo creo que la mayoría de la gente (sobre todo los arquitectos) sentimos instantáneamente que las cosas reducidas a su mínima expresión, parecen más de verdad. El minimalismo severo, aburrido y en-tu-cara de los 60 (que es el que mola) ha ido sufriendo a lo largo de los años una evolución que tiene su gracia. Gracia, en el sentido de "chiste".
Recuerdo que cuando entré en la escuela, todo era minimalismo. Las revistas estaban plagadas de interiores muy austeros, todo de blanco y madera, con las ventanas siempre puestas muy enfáticamente. Una cosa muy teatrera, la verdad, que sin embargo se vendía como sofisticada, profunda (especialmente por su ascendencia oriental) y autorial, pero en poco tiempo se redujo a una moda para interiores de JASPS y exteriores de banqueros, que se llenaban la boca con la palabra zen y la palabra Mac.
Pero en breve se empezaron a hablar de otros temas, y lo del minimalismo se quedó como una estética un poco de burgués que quiere-y-no-puede tener buen gusto. Sin embargo, es curioso porque mientras la arquitectura y las artes plásticas viraban a imágenes más densas, el less is more sobrevivió en forma de dibujos de fotologueros amateur, diseñadoras lánguidas, comiqueros indies y technoheads llegados a los 30. Claro, ya no es el minimalismo espartano y San Bernardiniano de Dan Flavin y Carl André, sino uno mucho más suave, melancólico y bonito. Bueno, como los dibujis de Kheedori... aunque ésta parece tener un músculo bastante duro bajo latidos tan kawaii y tan cucos.

Hace unos años me habría rendido a sus encantos, pero hoy en día ya no lo tengo tan claro: he llegado a aborrecer por hartazgo esta estética idealista y neutra del "menos es más", quizás porque nuestra sensibilidad generacional está muy marcada por ella, hasta un punto que termina por provocar recelo. Muchos arquitectos que me rodean siguen teniendo el chip de que lo limpio, austero y ligero es más "auténtico" y honesto que lo que toma conciencia de su forma a través de imágenes más pesadas. El diseño moderno, se quiera no, es mucho más respetado académica y críticamente si es minimal; Legitimado con criterios constructivos y lo que quieras, pero lo que es escueto, semivacío, monocromático y distante, se ha ganado el lugar de lo que llamamos "lo Clásico" con todo el peso de la palabra, para lo bueno y para lo malo.
En la chimorreografía arquitectónica, hoy en día hay un subtexto tácito que es el de "para cuando no hay ideas, siempre queda el minimalismo" (hipócritamente, le llaman funcionalismo). Es lo que no tiene riesgo, lo que siempre funciona: lo cual es una idea muy peligrosa, porque implica que en su esencia lleva el estigma de ser una estética conservadora. El drama es el siguiente: hemos sido educados tan unánimemente para poner en valor el "menos es más", que lo llevamos tatuadísimo en nuestra manera de ver el mundo. Es una marca muy difícil de esquivar, y de hecho cuando los arquitectos de nuestra generación se aventuran a delirios más formales, suelen obtener unos resultados bastante penosos: no es lo suyo. Somos una generación minimalera. ¿¿Alguna vez habéis dicho, oído o leído algo malo sobre los tebeos de Marjane Satrapi?? ¿¿O sobre Astrud Gilberto??
Lo cual podría ser fantástico de no ser por la espantosa moral doctrinaria que se ha apoderado del concepto: su pretensión de autenticidad. En el fondo es muy ridículo, porque cualquier artista sabe que el minimalismo es tan travesti, tan fake y tan fetichista como cualquier iconografía. Deleuze odiaba el minimalismo: de hecho es la antítesis de su manera de ver las cosas. Yo sin embrago (y en esto me siento muy empático con mi generación), no puedo evitar que el minimalismo me apasione, que sea lo que espontáneamente me intrigue: es con lo que hemos crecido, y lo que manejamos intuitivamente. Yo creo que mis compañeros arquitectos, los que sí proyectan, tienen un poco de sentimiento de culpa cuando se les va la mano y les viene un impulso "formalista". Es el "Superyo" del arquitecto. El padre, el canon, el gran clásico. Es muy cansino, pero es difícil deshacerse de él.

2 comentarios:

  1. Esto sólo funciona cuando el cd no esta muy rayado en su superficie:
    Pon el cd dentro de una bolsa de plástica en el congelador 3 horas. Sácalo y prueba...si funciona extrae la información.
    Empiezo a ver la luz: Tooodos los documentos de Isela pasan por la papelera después de copiarlos en el externo. Tengo un programa para recuperar documentos eliminados en la papelera.
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    Yo creo que el minimalismo, a la par de ser una moda es una necesidad de la mayoría de las mentes hacia la comodidad, satura menos la imaginación. Por ello, en muchas mentes, es tan efectivo, me explico: tu imagínate entrar en un salón rococo, o en un salón de una maruja lleno de figuritas de porcelana, fotos familiares a tutiplén , etc...la mente se satura, es una dictadura visual.
    Entiendo tu revolución, buen post.

    Dios tío. No me molan nada nada nada las tías andróginas. Es curioso, hace años alucinaba con ellas.

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  2. Creo que la mente tiende a identificarse con el espacio en el que está el individuo. Se siente más relajada en espacios poco complicados.

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