martes, 3 de agosto de 2010

Morfología #11: Simulacros de afecciones

Cuando era niño estaban muy de moda entre las chicas de mi pueblo los muñecos hiperrealistas que representaban bebés con todo lujo de detalles. Eran unas masas plasticosas que a mí me resultaban grotescas en su fidelidad a la realidad, recreando minuciosamente y con un grado de detalle cercano al morbo las particularidades menos favorecedoras de los falsos bebés: los pliegues de la piel en las rodillas, los michelines, los granos en el culo, la calvicie. Era una época en la que Mattel y Famosa competían por alcanzar el mayor grado de realismo en sus muñecas estrella, llegando a sobrepasar de largo en mal gusto lo que hoy en día se concibe como "estética infantil": aquellas monstruosidades, carentes de sutileza, encandilaban a las niñas (que creían tener a un auténtico bebé en sus brazos) pero a mí me daban grima. Y miedo.
A medida que los medios técnicos fueron sofisticándose, el realismo de aquellos golems iba en aumento exponencial: la antaño dura piel de PVC y polietileno alcanzaba sedosas y dúctiles texturas de látex; las articulaciones (hombro, cuello, rodilla) dejaban de ser yuxtaposiciones de extremidades sueltas, y se dsimulaban con pliegues y continuidades; los esfínteres (el primer detalle que inspeccionaban los niños más morbosos) abandonaban su condición de orificos pasivos y producían una enorme variedad de mucosidades, fluídos y sustancias mierdomórficas, anunciadas coon vivos colores en los embalajes bajo la denominación de moquitos, caquitas o granitos: aquello me parecía escatológicamente intimidatorio, pero la capacidad de aquellas bêtes de plastique de producir excrementos y fluídos encandilaba a todas las niñas. Creo recordar que mi hermana tenía una de aquellas muñecas a la que le salían granos en el culo cuando no se les cambiaban los pañales ad-hoc con premura.

Pero la carrera hacia la literalidad alcanzó su mayor grado de dramatismo cuando aquellas muñecas demoníacas adquirieron la capacidad de expresar emociones: bajo estímulos como cachetes en el culo, cosquillas, reprimendas o tirones de pelo se podía conseguir que los bichos de plástico emitiesen con profución angustiosos lagrimones, berrinches, risitas, pataleos y llantos verdaderamente descorazonadores. ¿¿Existe un sadismo infantil?? ¿¿Qué placer encontraban mis hermanas en interactuar con fake-babies mediante sutiles ejercicios de tortura en pos de conseguir el pataleo más angustiante, la lágrima más descorazonadora, la mucosidad más viscosa??
En realidad, el mecanismo que se activaba en los sufridos muñecos era muy primitivo: por ejemplo, un dispositivo oculto bajo el esstómago provocaba que mediante la pulsación del ombligo se disparase un pequeño grifo oculto bajo los globos oculares, y una grosera grabación de lloros infantiles. Causa-efecto en estado puro: le meto el dedo en la nariz y se hace caca. Se hace caca, y llora. Le cambio los pañales, y se calla. Automatismos emocionales sin ningún misterio, pura transformación de la energía en procesos no muy complejos: la energía de mi dedo en el ombligo se transforma en la energía sonora de los llantos.
Este correlato de causalidad puede parecer muy tosco y simplista, pero el psicoanálisis describe en esos términos la estructura de la mente humana: todo efecto (neurosis, psicosis, paranoia, histeria... aparentemente, no así la esquizofrenia) remite a una causa (que por lo general es edípica), en un proceso de causalidades maquínicas en las que el "Yo" apenas tiene capacidad de rebelión: si te aprietan el ombligo vas a llorar, porque estás programado para ello. Y en ese sentido Freud no estaba muy distante de Watzlawick, Pavlov, Morris y demás conductistas: somos una especie de zombies automatizados que respondemos como robots programados a los estímulos del exterior. ¿Qué es el yo entonces? Poco más que un conmutador: una instancia dotada de la capacidad de decidir, en determinadas circunstacias, cuál es la respuesta a tomar ante determinados estímulos. Algo así como el comando "or" que utilizan los informáticos: aparentemente azaroso, pero secretamente determinado. Y en el fondo, ese flujo de energía que se transforma, pero que es la misma en mi dedo y en el ombligo y en el ojo que llora, es a lo que Guattari llamaba "el deseo", y que seguramente no era tal. La humanidad, para las novelas y poco más.
Así que quizás las lágrimas de las muñecas de Famosa, y las de los tamagotchis y los furbies, no son simulacros de afección, sino afección pura y verdadera: respuesta maquínica a un estímulo exterior. Cuando lloramos, no lo hacemos como seres humanos libres, sino como máquinas condicionadas y programadas: el problemadel Golem, de los replicantes o de HAL-9000 era que en el fondo se comportaban como seres humanos: los flujos del deseo a través de los cuerpos y los objetos tiene tal potencia que no somos nosotros los que los gobernamos, sino que somos meros efectos del deseo en su movimiento a través del mundo. Mi ombligo y el ombligo de la muñeca funcionan exactamente igual: se pulsa, y lloramos. Con la especificidad de que lo que en ella es "el ombligo", en mi caso es "salud, dinero, amor".

Quizás no se puedan fingir las afecciones, porque la afección es siempre simulacro, el enmascariento "romántico" de un proceso maquínico que no logramos comprender. Las penas no son más que la efectuación de una causa que nos atraviesa y somete. "Simulacro" es un término vacío, carente de especificidad y por tanto de significado. "Simulacro" no se refiere a nada, porque no hay nada que no lo sea.

3 comentarios:

  1. a pesar de ser niña... a mi siempre me dieron canguelo esos muñecos. Y nunca le vi la gracia a que hablasen, lloriqueasen, etc...

    a mi me gustaban más las muñecas de trapo... era rara

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  2. es que molan mucho mas! estos muñecos-munster son horripilantes

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  3. ... ok... todo es simulacro... y camuflaje
    ... ok... nadie hay más esclavo que quien se cree libre
    ... ok... el deseo es provocado por una prohibición que se "necesita" transgredir... hasta el delirio neurótico de la ambición más esclavizante... la del control y la obsesiva seguridad

    ... pero también existen seres serendetípicos... que se dejan llevar por lo "casual"... y por el azar... disfrutando entre la "basura"... rebuscando... sin encontrar nunca nada... o encontrando siempre algo (como se prefiera)

    ... alguien dijo que seguiría a todo aquel que buscase la verdad... pero que huiría despavorido de aquel que dijera que la había encontrado.

    ... lo seductor de un/a replicante... no es su deseo de libertad... sino el enigma de un "ser" que busca "ser libre"... antes que paradigmáticamente "ser poderoso".

    ... pero... ¿un animal salvaje en tiempos de la domesticación total.. sería también un ser inducido conductistamente por el mismo sistema domesticador... que necesita replicantes para justificar su existencia?..

    ... y yendo un poquito más lejos... ¿necesitan los replicantes... un sistema cada vez más complejo de domesticación... para poder existir?

    ... lo imposible es eludir la respuesta... así que... tal vez... lo mejor sea refocilarnos en la represión que nos haya tocado vivir... y subvertirla hasta hacerla objetivamente ininteligible...

    ... y después buscar otra... y otra... hasta desquiciar al tiempo... que ya no podrá con nosotros de ninguna manera... tal y como sucede con los auténticos "animales salvajes"... esos que siguen viviendo en el paraíso perdido.

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