
Personalmente, me gustan mucho más los retratos de su madre y del muchacho del chaleco rojo, que sus Obras Maestras más consensuadas (frutas y bañistas), porque su retratística tiene, a mayores de los valores pictórico/formales que hacen de Cezanne un titán de los pinceles, un perfume de cotidianeidad ensoñadora muy difícil de conseguir. Estas pinturas son lo que Modigliani siempre quiso hacer y nunca pudo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario