martes, 18 de mayo de 2010

Qué hay fuera de Matrix



Jean Baudrillard "Cultura y simulacro"

El tiempo dirá si efectivamente "Matrix" ha sido la película política más importante de nuestra generación, pero lo que es incuestionable es la habilidad de sus creadores para rastrear y codificar el estado de ánimo del telespectador actual, y convertir su paranoia en un blockbuster para todos los públicos de impacto colectivo instantáneo. Con todas sus flaquezas y concesiones, la película era la traducción a la iconografía pop de las reflexiones post-ideológicas de algunos de los más feroces y contundentes visionarios de la contracultura reciente: mézclese el recelo ante lo real de Burroughs, la esquizofrenia conspiranoica de Phillip K. Dick, el fetichismo de acero y hormigón de J.G. Ballard y la falsa frialdad urbana de los ciberpunks, y obtendremos algo muy parecido al film de los Wachowski. Pero si lo que buscamos es el sustrato estrictamente filosófico de aquella película, la fuente de mayor caudal es el torrencial ideario de monsieur Baudrillard. El tío que conceptualizó la "hiperrealidad".
Cuando uno asiste al ocaso de la cultura del sujeto, el fín de las idologías, la deconstrucción de los sistemas filosóficos y el fracaso de toda la moral política humanística, es muy difícil escribir tratados filosóficos, y por eso Baudrillard no los hacía: sus libros son reflexiones intuitivas, su gramática es más periodística que literaria, y "el método Baudrillard" tiene más de reducción al absurdo y negación de todo enunciado inductivo-decuctivo que de sistematización positiva de una filosofía completa. Sus ideas tienen la apariencia de ráfagas, de hallazgos puntuales, de líneas dispares, de sentimiento diluído en el pensamiento, pero toda su obra converge en un mismo estado de ánimo, en un tono y estilo propios, completamente antiacadémicos. Un pensamiento desconcertante e hipnótico que niega la posibilidad de toda enunciación realista y sistemática, porque el hombre contemporáneo (y quizás el hombre en cuanto tal) no habita lo real, sino en una constelación de seducción, fetichismo y deseo que llama "hiperrealidad" y que resitúa cierta perspectiva de posmoderna ("todos los discursos son mentira") en un desconcertante (y convincente) "todos los discursos son (o pueden ser) verdad".
"Cultura y simulacro", uno de sus libros más conocidos, es una maravillosa especulación sobre el sentimiento de todos aquellos que hemos crecido habituados a no creer nada de lo que nos llega a través de una pantalla, y sin embargo lo disfrutamos fingiendo que hay en ello un cierto "índice de verdad". Usando como únicas herramientas la política de la seducción, la cultura del deseo y un escepticismo activo y creativo, Baudrillard describe un paisaje global de absurdo voluntario en el que las ficciones han ocupado el sitio vacío dejado por una realidad que nunca estuvo allí: ni es real el terrorismo, ni las guerras, ni la amenaza nuclear, ni la política, ni el indivíduo, ni la sociología, ni los grandes museos, ni la contracultura ni nada de nada. Su mundo es una piedra rodante cuya causa material es la globalización, cuya causa formal es la sociedad del del espectáculo, su causa final es el absurdo y, lo más interesante, su causa eficiente ya no es el hombre sino las masas.
Hasta cierto punto, para él la cultura de masas ha sobrepasado un umbral crítico a parir del cual el lenguaje analítico implosiona por hiperdensificación, y lo único que queda es un magma social informe e impenetrable guiado caprichosamente por el deseo, la pulsión y un hedonismo que más allá de lo grotesco, resulta hasta admirable por su capacidad de exceder cualquier categorización que queramos imponerle. La "hiperrealidad" no es ya, como en el marxismo clásico, un velo cegador impuesto por un poder vertical en la sombra, sino que es el propio ciudadano el que se abalanza sobre el engaño y se entrega ciegamente a él. El hombre contemporáneo exige "ser engañado", promueve jubilosamente la cultura del fingimiento y el simulacro, el único hábitat en el que sobrevive es el de la ficción, tras haberse dado cuenta en el trascurso de la historia de que, debajo de la hiperrealidad, finalmente no hay absolutamente nada.
Baudrillard fue muy crítico con "Matrix" precissmente porque la película sigue el organigrama de una utopía de la revelación, mientras él afirmaba que la verdadera revolución social es su voluntad de vivir en la matriz. Lo último que haría un Neo baudrillardiano sería abandonar el confortable universo virtual del que ha participado siempre, porque el arquitecto del sistema no se esconde en el club Bielderberg ni en esa ensoñación global cnsensuada que es un "hiperpoder bancario en la sombra" que no es más que nuestra invención para legitimar nuestra pasividad: la hiperrealidad, la matriz, la construimos cada uno de nosotros como ciudadanos, la buscamos desesperadamente, no somos víctimas de ninguna conspiración superestructural (el poder foucaultiano ha sucumbido ante el deseo) y...bueno, las masas, siempre autistas y soberanas, no se cansan de contradecir a Althusser, Gramsci y los demás. Tragicómico y sincopado, el libro de Baudrillard esconde sin embargo ciertas nostalgias moralizantes (el capítulo dedicado al museo Pompidou es el más cobarde) a sabiendas que la necesaria hiper-moralidad está todavía por inventar.
Obvio hablar de arquitectura, pero los que quieran entender a Koolhaas deberían leer este libro, del que los textos del holandés parecen una trascripción tardía. No se trata ya de rendirse ante las miserias de la matriz, sino sumergirse sin miedo en sus encantos: utilizar sus dispositivos, favorecer sus engaños, llevarla más lejos, hacer poesía con sus simulacros, destruir los sistemas apelando a su no-naturaleza, a su no existencia, a su condición no-ficticia, a su hiperrealidad.

8 comentarios:

  1. matrix ya no mola

    ahora mola barcelonix

    -x-

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  2. ¿Alquien sabe cómo se hace ara escribir en la wikiedia? es que me gustaía poner un link para explica el concepto "hortera":

    http://www.marca.com/2010/05/18/futbol/equipos/barcelona/1274160748.html?a=d79f68c0617dc14fd749fe2acfd468f2&t=1274171180

    Creo que este artículo explica muy bien la noción de "horterada a la máxima potencia"

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  3. Joder: A veces, leerte, es peor que escuchar a Zapatero.
    Es brooooma, Matrix es la rebomba y una virtual metáfora de la realidad.
    Hoy, de momento, no hemos sufrido altercados.
    Cuidadín con las galletas y los porretes de Pa..., digo, de Verín.
    Ala, que che medre, voume a repoñer...
    Nacho: paciencia con la época de celo.

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  4. Oye habitualmente me mola, pero como se suele decir hoy me has llegado a la patata, me tengo que chapar a Baudrillard, como mola. Y respecto a la epoca de celo, como que paciencia, paciencia ninguna.

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  5. Ya sabes: el elefante en una cacharrería, de una forma muy sana.
    Pude ser que esté algo embrutecido, ¿será el mal de ojo?

    Nacho: Un poster de Hitler y un look a lo sadomaso puede auyentar sutilmente las fiebres australes, mal llamadas meridionales.

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  6. victruvio, deja de atropellar animaitos que no se meten contigo. Paso de zapatero, te reuerdo que zp es culé

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  7. Bastante me jodió atropellar al corzo: sufro mucho con el maltrato animal. Hice lo posible por esquivarlo y ni abolló el carro. No lo matamos, estaba herido en la cuneta, eran la 1.15 AM del sábado y no sabíamos a quien acudir, finalmente, llamamos al 062; acudió la benemérita y en realidad no sé que fue del animalito...Espero que no acompañe una guarnición de verduras.
    Yo paso de ZP desde que fue investido: siempre he subrrayado su estúpida medianez demagoga.

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