lunes, 5 de abril de 2010

Harquitectura travesti

Todo lo que tenga que ver con la construcción es muy, muy caro. Insolentemente caro, ridículamente caro: tengo un número de la Detail dedicado a "arquitectura de bajo coste", que recoge proyectos en los que el coste por metro cuadrado no baja de los 1.500 €, cifra que parece la frontera por abajo de la arquitectura magazineable. Con esos precios, estamos todos maniatados en lo que a experimentación y locuras se refiere: hacer el mongui en edificación es prácticamente imposible, motivo por el cual las ciudades y sus construcciones resultan taaaaaaaaaan aburridas y homogéneas.
De no ser por lo costoso de la iniciativa, me gustaría proponer una nueva fiesta urbana: un carnaval de edificios. Dedicar una semana al año a disfrazar nuestras casas, oficinas y calles, tal cual hacemos con nosotros mismos en el carnaval tradicional. Si fuese barato, sería genial poder decir: este año convertiré mi despacho en un cabaret berlinés. O me las apañaré para que el parking de la urbanización sea como una discoteca ibicenca. Trasladar el ambiente de una sauna marroquí al ultramarinos de la esquina. Ese tipo de cosas, pilláis la idea. ¡Sería genial! Jugar, jugar con la puta arquitectura, siendo el juego una actividad proscrita en el (falsamente) serio mundo construído.
¿Qué podría salir de ahí? Pues un montón de reflexiones interesantes. Por ejemplo, darnos cuenta hasta qué punto la piel de las cosas, su aspecto percibido, es lo que importa, muy por encima de cuestiones idealistas que se suelen plantear los arquitectos. Sacar nuevos potenciales ambientales de espacios que mantenemos aburridamente sepultados por la inercia de "lo normal". Plantearnos los límites de la cordura, de lo consensuado, lo necesario y lo posible, que no es poco: lo suyo sería que el carnaval nos ayudase a mirar los espacios que nos rodean con otros ojos, con otras pieles, y encontrar fenómenos susceptibles de transformar los espacios más allá de las fechas programadas para el disfraz. Travestismo, y terrorismo sensorial. Una fiesta como excusa para la experimentación desde la libertad: muchas cosas volverían a ser como antes del carnaval, pero seguro que nuevos fenómenos emergerían y cambiarían el aspecto habitual de las ciudades.
Llenar por un día las periferias con oropeles, floripondios y astracán. Los centros financieros transformados en puticlubs, y los puticlubs en estadios de fútbol: las combinaciones potenciales son infinitas, y muchas podrían tener mucha chicha. A mí me gustaría disfrazar mi casa de Gabinete del doctor Caligari, o de mansión decadentista decimonónica; la oficina, de tienda tailandesa de frutas. Y la calle...mmmm difícil.... la calle... ¿de barrio racionalista de los años 20? Naaaa. Quizás quedaría bonita en plan película de Tim Burton.

7 comentarios:

  1. curriculo:

    grupo de trabajo sobre la ciudad, dedicado a la investigación en torno a los procesos urbanos del noroeste peninsular.

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  2. a ti te iba más el disfraz de túnel.

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  3. http://dotsub.com/view/6be7b338-ce2b-405a-b11e-1a0395023ecd

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  4. Grigory Perelman

    http://foro.casarusia.com/viewtopic.php?f=23&p=45106

    http://elzo-meridianos.blogspot.com/2007/06/el-ser-humano-ms-inteligente.html

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  5. http://blogdejano.blogspot.com/2010/03/el-coeficiente-de-optimismo.html

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  6. ostras mola. mañana lo veo q stoy con sobredosis de barrios :-/

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