martes, 15 de junio de 2010

Arqueología Snob #2: Conde de Lautréamont



¡Oh, qué perra es la vida! ¡Oh, cuán pérfidas sus tenebrosas angosturas, sus hirientes meandros, la cadencia estéril de un movimiento infinito hacia la absoluta Nada, sangriento ritornello de una infinidad sorda sin más sentido que el de la impávida insignificancia! Sí, amigos: hoy vengo bajo en bífidus, con el culo inquieto y desbordante de decadentismo, el estado de ánimo que para un snob es como volver al vientre de la madre (y no nos pongamos freudianos al respecto). Los Madridistas tenéis las 5 copas de cuando Franco, y los snobs tenemos el siglo XIX: nuestro hogar, nuestra arcadia, nuestra mística y nuestra raison d´etre. Tener en un mismo arco temporal a Rimbaud, Verlaine, Baudelaire, Wilde y Proust es... ¿cómo decirlo? la Génesis Bíblica de los modernos, los snobs y la gente guay en general. Pero de entre la concurrida camarilla decadentista, los hay más conocidos que otros, y por supuesto los más oscuros son siempre los más snobizables: hoy quiero reivindicar la figura supercool, maldita y asquerosamente Glamourosa de Isidore Lucien Ducasse. ¿A que es un nombre que suena bonito? Pues ni la mitad de cool que su seudónimo: el Conde de Lautréamont, the one and only. El gran poeto capaz de soltar por esa boquita una gran frase que marcaría a hierro y sangre las letras más arriesgadas del siglo XX, el aforismo más snob de la historia de la era Gutenberg:

"bello como un encuentro fortuíto, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas"

¡¡Supera eso!! La biografía de este supermensch del decadentismo es todo lo fascinante y misteriosa que cabría esperar a tenor de su leyenda: de familia gabacha acomodadísima, pasó la infancia en los mejores colegios de Montevideo (papá era diplomático), hasta que a los 20 años se decide a instalarse en París. Apenas hay datos sobre sus andanzas en la ciudad del Sena, pero se especula con una posible matrícula en la Escuela Politécnica, con desórdenes mentales de algún tipo, con un carácter críptico y taciturno, poco empático para con sus compañeros, bisexual o algo parecido, aficionado a las substancias toxicósmicas... El Abecedario Básico de la biografía de todo Artista Maldito, para entendernos. Y para no traicionar su adscripción al canon del decadentismo, murió muy joven (24 añitos) en extrañas circunstancias (muy probablemente, suicidio silenciado por su aristocrática familia). Y, no podía ser menos, ha pasado a la historia por un libro blasfemo y oscuro, semiprohibido en su tiempo, nihilista y feroz, vitalista y autodestructivo: Los Cantos de Maldoror, obra de superculto entre los surrealistas, entre algunos de los modernistas españoles, los poetas atroces tipo Artaud... y muy recordado por la siempre entrañable tribu urbana de los Góticos / Siniestros: uno de los fanzines señeros de nuestro país era el célebre Maldoror, la biblia de los oscuretes castizos.

Imaginad que ahora voy y me atrevo a decir: el libro de Lautremont es una puta mierda, la típica patochada nihilista adolescente, ingénua y epatante, para idiotas fácilmente impresionables. Sería una verdadera blasfemia: con lo guay que es el icono, su biografía, su aura, todo él... ¿quién se atrevería a decir que, simple y llanamente, no mola? ¡¡Pero si es como las pelis de Kiarostami, que no hay ni que verlas para decir que molan!!

Sea como fuere: yo no he leído Los cantos de Maldoror, pero lo cierto es que tengo cierta curiosidad. Y digo "cierta" por no decir "más bien poca", porque lo del satanismo, el esteticismo nihilista y el "Dios ha muerto" se ha convertido en un cliché más visto que el tebeo, y con la misma credibilidad que la Kryptonita o la chica de la curva. Y además, entre los snobs, ser un maldito ya no es ta respetable como antes: es una pose ya muy vista.
Con estas cosas es mejor no jugar: si vas de trágico y maldito, o te suicidas a los 26 o mejor cállate la boca y cambia de rollo. ¿Os imagináis que vulgaridad suicidarse con 34 años, y tener la desfachatez de dejar una nota con versos del Conde de Lautreamont? ¿¿No sería una horterada máxima, lo menos snob del mundo, a estas alturas?? Lo suyo sería, qué se yo, dejar unas declaraciones de Messi o CR9: son más extrañas que las obras completas de todos los Poetas Malditos juntos, suenan de otro mundo, cacofónicas y su gramática es completamente surrealista.

6 comentarios:

  1. Pues el Jas Ban Ader tenía 33 y yo creo que lo hizo muy bien. Sin buscarlo, bueno si buscándolo.

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  2. bien por lo que dices del estiticismo nihilista, pero el "Dios ha muerto" y el Nihilismo como herramienta analítica está teniendo unas revisiones que creo que es lo más interesante que le ha pasado a la filosofía en los últimos 20 años:
    http://en.wikipedia.org/wiki/Ray_Brassier
    http://en.wikipedia.org/wiki/Quentin_Meillassoux
    http://en.wikipedia.org/wiki/Speculative_Realism

    # Brassier, Ray. 2007. Nihil Unbound: Enlightenment and Extinction. London: Palgrave Macmillan.

    # Meillassoux, Quentin. 2008. After Finitude: An Essay on the Necessity of Contingency. Trans. Ray Brassier. London: Continuum.

    (2003) Being No One. The Self-Model Theory of Subjectivity. MIT Press, Cambridge Thomas Metzinger

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  3. jajajaja... últimamente me encanta tu tono autoparódico!

    OSR

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  4. Dejo la idea por si alguien la quiere aprovechar:

    Suicidarse a los 34 o a la edad que sea, y dejar escrito, pintado, esculpido, investigado,etc. algo que un tiempo corto después, se revalorice una millonada, y dejar los derechos de explotación a mi nombre. Eso sí sería lo más.

    -x-

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  5. uau y re-uau a esos aportes sobre el nihilismo, que devoraré en cuanto pueda!!! lo que pasa es que, en el fondo, yo estoy buscando inconscientemente a alguien que me convenza de que hay algo (un valor, una certeza, una substancia) en lo que creer.

    Xose no pienses en el dinero, tú ya eres millonario en amor y eso es lo que importa (supera eso!!!)

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  6. ... lo interesante no es encontrar nada... lo interesante es buscar... dejarse encontrar... devenir... metamorfosearse.
    ... como dijo Chabeli Iglesias... seducir a lo que quiero que me seduzca.
    ... y además no podemos dejar de hacer otra cosa.

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